Mi regreso
Llegué al Colegio San José una mañana de marzo. Hacía tres días que las clases habían comenzado. Hablé con Madre Virginia. Venía de una escuela del estado, con un ambiente que no me gustaba. Sólo una era amiga de esas que valen mucho. Aún hoy lo sigue siendo, pese a vivir en Verona .
Los intentos de ingresar al Normal seis fueron vanos. Recordé mi vieja escuela y allí fui. Las encontré a ustedes. Ya eran un grupo armado, yo una ilustre agregada. En pocos momentos me hicieron olvidar mi carácter de extraña, fui una más del conjunto. Allí me familiaricé con todas. Como es natural algunas más, otras menos, pero de nadie puedo decir que recibí un trato indiferente.
Allí comenzó mi aventura junto a este grupo tan distinto al anterior. Era menor que el de la otra escuela. Más familiar. Por otra parte en un ambiente distinto dejé de sentir por lo menos entre mis nuevas compañeras la condición de alumna sufrida por los múltiples problemas que sobrevienen a la pérdida del padre cuando se es menor y además se tiene un hermano más pequeño por quien velar, ya que todos querían corregirnos. Hoy sé que la vida es así, o lo eran algunas personas. Tal vez querían ver en nosotros una conducta de duques que no éramos. Tal vez sea ese el motivo por el cual el rigor que me comentaron, no lo pude sentir. Allí nadie me separaba por la situación que se vivía en casa. Pues entonces a estudiar para satisfacer a mamá, a mí misma y a vivir como una jovencita normal, si ser tan cola inquieta se podía llamar normal en esos años con tan pocas libertades para los chicos y jóvenes.
Llegaron las profesoras, las fui conociendo¿ Recuerdos?. Muchísimos. La desilusión de la hermana que nos mostró un experimento de química y todas dijimos ¡que hermoso para un vestido!.Perla encargando una misa para su abuelita en clase de historia por lo que siendo la siguiente en la lista debía dar esa materia todas las clases. Chunchi opinaba: “ La abuelita de Perla estará sentada del brazo de Dios Padre gracias a los sacrificios de María rindiendo historia todas las clases”. El día que a Irene se le cayo un diente, tal vez a ella no le hubiera gustado recordarlo, pero ¡cuánto nos reímos con ese episodio!. Llegaron las prácticas. Todas tuvieron sus claros y oscuros. Las travesuras nuestras se sumaban, las clases de Petrona, el desfile de modelos. La entrega de medallas para mí doce días después que el resto por estar enferma. Fue de bronca por un 7 en una práctica. Según el médico era por la nota. Evidente. Pero no puedo dejar de agradecer el gesto de la entrega en el patio delante de toda la escuela. En los últimos días canté “Addio bell giorni passaatti...”. Teresa diciéndome compañerita de la voz dulce. Llegando al final la mentira de cantar que terminábamos sonrientes. Nunca lloré tanto como ese día. Guardo el recuerdo de la hermana Fabiana pidiéndome que regrese cuantas veces quiera y mi respuesta: “ Volveré, pero ya no será lo mismo”. Volví con mis cachorros y de verdad no era igual. Ya era la dueña de mil preocupaciones que antes no tenía. Pero ese patio, ese San José que atajaba nuestras pelotas mal tiradas, estaban allí evocando días de juventud hermosos porque nos acompañábamos todas y sabíamos divertirnos mucho. El día que mi hija fue ex- alumna la hermana Yoli ( Gonza para nosotras) cuando invitó a las niñas que despedía a regresar, me saludó con un abrazo y me dijo:
“ Vos también sos ex-alumna, también te espero. Sigo concurriendo todas las veces que puedo a la capilla del colegio, hoy parroquia Santa Clara, en esas paredes quedaron los viernes de confesión, los pedidos a San José, la promesa de: “ Enseñar al que no sabe, en especial a mis alumnos...”las azucenas a la Virgen, la torta blanca con una velita para cada una de nosotras, el patio donde estaban las señoras que cumplían sus bodas de plata o de oro,
¡ Qué viejas, por Dios!. Me parecía todo tan lejano. Pero pasaron las bodas de plata nuestras, y llegaron las de oro. Comentábamos con Azu que tal vez iríamos nosotras dos solas. La búsqueda fue intrincada, molesté a otras personas. Antonio me consiguió el correo de Guille, los teléfonos de Teresa, Luqui y Beba. Azu se ocupó de algunos llamados, yo de otros. Acudimos las que tenemos el calor de nuestros años jóvenes dentro del alma. ¿Quien sabe quienes ya no están?. Las que pudiendo no se llegaron perdieron estas dos reuniones hasta ahora tan maravillosas. En la misa de acción de gracias por estos años fructíferos ya que crecimos en mil sentidos me sentí como transportada, ahora más distendida, todavía siento que vernos tiene una magia especial. Dios quiera que por muchos años lo repitamos. Vernos es volver a la vida. A la juventud. No dejo de agradecer a Dios que nos permitió esta felicidad.
María
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