El Internado
Las 5,30hrs. de la mañana es una hora en la que pocas personas desean levantarse. Menos aún, si esas personas son adolescentes, etapa de la vida en que el sueño es tan profundo y necesario. Cuando me acuerdo de esa época de mi vida, en que todo se graba de forma indeleble en el cerebro, lo primero que me viene a la memoria es…la voz de la monja de turno como Directora del Pensionada Religioso en el que me encontraba pupila, diciendo, en un tono lo suficientemente fuerte como para despertarnos, una frase u oración en latín, con la cual debíamos salir lo más rápido de la cama, a esa hora de la “ madrugada “, para asistir a misa. En invierno el frío era todo lo terrible que uno se pueda imaginar en un edificio de hace cien años, con inmensos salones como dormitorios, que jamás habían sido calefaccionados. Todas teníamos “ sabañones “ ¡ qué palabrita! No? ¿ Alguien menor de cuarenta , cincuenta años la conoce?? Por las dudas lo explico : quemaduras de piel provocadas por el frío, especialmente en manos y pies, que dolían y picaban terriblemente y contra las cuales no había más remedio que rascarse.
Sigo con la rutina de la mañana… Había que vestirse e ir al baño en tiempo record y en perfecto silencio para no ser amonestada y castigada de alguna manera. Las monjas siempre encontraban una. Después bajar todas las escaleras e ir hasta la Capilla , para , de rodillas , la mayor parte del tiempo y siempre, bajo la mirada vigilante de las monjas, que también asistían, seguir la misa.Por supuesto que sin desayunar, ya que el ayuno era obligatorio para poder comulgar,cosa que había que hacer para no despertar sospechas de ser una pecadora que no podía recibir la comunión.
Después de la misa , siempre en perfecto silencio, que era la consigna principal de la vida del internado, al comedor a tomar el desayuno, que consistía en una mezcla pardusca a la que llamabamos “ jugo de medias “ supuestamente café con leche y un pedazo de pan.Luego, a clase, hasta el mediodía.La afortunada que disponía de alguna moneda, podía comprarse un sándwich a mitad de mañana, la que no…¡ qué hambre ! Mi querida compañera Guillermina, externa, que tenía una madre compasiva, me traía unos sándwich de pebete y fiambrin, que no fueron superados en sabor, por NADA, que haya comido el resto de mi vida.
Quieroaclarar, que éste era un internado pago y según mis padres, bastante caro. El nivel social de las internas era una clase media de aquella época : hijas de profesionales, comerciantes, etc, que veníamos a estudiar de las provincias donde no había Colegios Secundarios , o chicas de la Capital Federal con problemas familiares. Quiero decir con ésto, que la mayoría estábamos acostumbradas a vivir con otras comodidades y hábitos de vida.
Pero las monjas mantenían una disciplina y sumisión militar. No toleraban ningún tipo de trasgresión a las más mínimas faltas sin su correspondiente castigo y cuando la alumna sobrepasaba lo que ellas consideraban “ tolerable “ , eran expulsadas. A veces, a mitad de año escolar.
Muchas no soportaban estas exigencias, asi que en los años superiores, 4to. y 5to. siempre quedaban pocas. Yo quedé sola, a prueba los dos años, porque no contestaba cuando me retaban , e hice todo lo que pude por “ portarme bien “ porque no quería perder al grupo de mis compañeras de curso si me echaban.
Entre los castigos: estar de rodillas, rezar el rosario, etc. el peor era que nos quitaran la salida del domingo .Era algo terrible!!. El primer año , 1952, salíamos UNA VEZ AL MES , después, gradualmente , empezamos a salir todos los domingos de 10 a 18 hrs, y mejor que llegáramos de vuelta a la hora en punto, porque el castigo ¿ cual era ? No salir el próximo domingo. Ahí se aprendía a ser puntual !! Todo este rigor aplicado a adolescentes entre 11 y 17 años, mas o menos. Algo completamente inconcebible en la actualidad y desde hace muchos años, en los que, las normas de educación y los conceptos de disciplina han dado un giro total. Quizá por eso, también los Internados Religiosos no existen más y las vocaciones religiosas parece que han disminuido notablemente.
Aquella dura disciplina , posiblemente , era la única forma de mantener a tantas adolescentes, de distintos orígenes y educación, haciendo una vida ordenada, dedicada al estudio y la práctica religiosa., que también era una imposición ajena a nuestras creencias o sentimientos.
Una señorita, no se sienta con las piernas cruzadas ¡ la próxima vez que la vea será castigada! ….Las mangas arremangadas las usan las lavanderas ! Ud. señorita, es una estudiante…Frases célebres de nuestra Madre Superiora a la cual yo tenía un miedo atroz.
En el Colegio también cursaban alumnas externas, o sea que sólo venían a clase y volvían a sus hogares. Nosotras, las internas, nos sentíamos como de un nivel inferior a ellas. Y el colmo de la amargura era cuando sabíamos que a algunas las esperaba algún noviecito a la salida ¡ qué envidia ! Nosotras salíamos de clase, nos poníamos unos guardapolvos color beis, íbamos a comer, sin dejar nada en el plato, porque había que pensar en cuántos chicos del mundo no tenían nada para comer, y no importaba si el menú del día era de nuestro agrado o no..Siempre había una monja vigilante que hacía cumplir las normas. Por supuesto, todo el tiempo dedicado a la alimentación, se debía observar absoluto silencio, y si eso era un sacrificio muy grande,( imagínense si lo sería), para chicas adolescentes, mejor !!, debíamos elevarlo al Señor que lo recibiría para perdonar nuestros pecados.
El orden en todos los lugares del Internado, era otro de los temas conflictivos, pero resuelto por ellas sin muchas dificultades.
Guardábamos nuestra ropa de vestir y la de cama y toallas, en unos cubículos que había en unos enormes roperos. Cada uno tenía el número de su dueña , como todas sus pertenecias. La monja encargada de esta parte de nuestra vida cotidiana, decía, que cuando ella abría ese ropero, ninguna prenda debía sobresalir ni un cm de las demás, ella debía ver una sóla línea. De lo contrario, teníamos la sorpresa de llegar y encontrar todas nuestras cosas en el piso y debíamos volver a doblarlas y acomodarlas de nuevo, hasta que quedaran en línea con las demás .Ay ! la de veces que lo habré tenido que hacer ! Lo mismo al hacer las camas. Debían quedar alineadas perfectamente, “ no como lomos de camello”, lo cual era un trabajo tremendo, ya que aquéllos colchones eran de lana y no tenían la rigidez y forma de los de ahora. Debo decir, que, si bien nunca lo olvidé, a mí, este tipo de entrenamiento no me sirvió de mucho.Jamás fui capaz de mantener roperos y hacer la cama con tanta perfección.
Si algún hombre de los que hicieron el Servicio Militar en aquella época , leyera esto, creo que encontraría varias similitudes.Muchas de las que estuvimos pupilas, pensamos que también hicimos un Servicio Militar, en mi caso de cinco años.
El tema da para infinitas reflexiones absolutamente personales, y condicionadas por el temperamento y las experiencias personales que luego le tocó vivir a cada una.
De una cosa estoy segura, después de haber criado tres hijos: todo lo relatado es tan incomprensible para los jóvenes actuales, como lo es para la mayoría de nosotros la infomática y demás tecnología moderna.
¿Cómo esas mujeres, las monjas, que venían de hogares normales, en la mayoría de los casos, podían transformarse en seres tan duros y estrictos, cuando a la vez , practicaban una religión que predica el Amor y la Compasión, por sobre todas las cosas ?? sin embargo, salvo algunas excepciones, que las había, no era común ver en ellas gestos de afecto. Y , había algunas chicas internas , que los necesitaban, porque arrastraban graves problemas familiares o simplemente el desarraigo que implicaba estar tan lejos de sus hogares. Nos hacían levantar en ese horario aunque estuviéramos con una enfermedad eruptiva, con fiebre, etc, .Hubo, como dije, quienes no lo soportaban o quienes se revelaban, pero la obediencia era lo esperado y quien no la practicara, estaba en problemas.
¿ Qué tipo de preparación les daban en los Noviciados, cómo manipulaban sus mentes para que llegaran a pensar que con esas exigencias iban a lograr formar personas excelentes en todos los órdenes?
Me he relacionado y tenido amistad con muchas personas que se educaron en Colegios Religiosos de las décadas del cuarenta, cincuenta, y he visto todo tipo de conductas. No soy de las que creen que aquella modalidad educativa “ marcaba a fuego” a quien la recibía.
En mi caso, después de tanta práctica religiosa, impuesta por el miedo a los castigos en este mundo y en el otro, jamás fui católica practicante y la conducta , moral y buenas costumbres, que guiaron mi vida, las aprendí fundamentalmente de la educación recibida en mi hogar , combinadas con las características de mi temperamento.Si fueron buenas o malas…éso nunca lo sabré, pero sí sé que quizá lo único que aprendí en el Colegio, fue a tener fuerza de voluntad para afrontar las dificultades de la vida, y soportar el frío y el calor, y muchas otras incomodidades , con fortaleza , buscando la fuerza interior sola, sin tanta necesidad de apoyo exterior.
Y lo más increíble de todo es que …en el fondo de mi alma, no me quedó mal recuerdo, ni rencor, ni siquiera autocompasión por haber vivido esa experiencia en mi adolescencia.
Cuando terminé mi carrera de Magisterio, creo que con buena formación, me fui a vivir a mi casa en la Patagonia, tan lejana ahora y muchísimo más entonces. Y la nostalgia por los años vividos en el Colegio y las compañeras y amigas , creo que aún me duran.
Misterios indescifrables de la mente humana!
Azu